miércoles, 18 de julio de 2012

Todo lleno de mar.





Le hubiera gustado fotografiarlo para no tener que contarlo incompleto pero los momentos inesperados no pueden ser retratados.

Todo fue confuso, realmente confuso. Solo recuerda la oscuridad, el sonido de las olas, el carbón en los pies, el mareo de 4 cervezas, la brisa caliente en el pelo, un "la nada es la ausencia de luz", el susurro de una caja vallenata a lo lejos, los ojos fijos en el faro y de repente una boca sobre su boca.

Ahí empezó todo... ¿Todo qué?... Todo, lo que piensa, lo que hace, lo que ve, lo que dice, lo que viste, lo que se quita, lo que grita, lo que lee, lo que pisa, lo que abraza, lo que duerme, lo que compra, lo que espera y lo que ha dejado de esperar... Todo.

Hay historias que se dejan atrás y se olvidan después de haber vivido en el mar. Esa gran extensión de agua tiene el don de lavar mentes, erradicar la rabia, alejar el rencor, desempolvar los buenos pensamientos y finalmente dejar que te enredes con el que te besa en la playa. Con el primero que te endulza el oído, te sube el ego y además pisa la arena contigo, con ese el mar te deja ir, así, como si fuera este el último, como si fuera este el primero.

Bienvenida al amor y el desamor una vez más, a la alegría y la tristeza, a la desazón y el orgullo... Obvio ya lo había vivido antes pero la diferencia ahora es que lo vive con el de la playa y de paso se siente terriblemente feliz.



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